Esta obra trata, entre otras muchas cosas, de la existencia de un hombre
en su pequeña habitación. La estancia insonorizada en cuyo ámbito
transcurre íntegramente la acción es un microcosmos en el que aparece
encapsulado un destino humano singular, que es a la vez el de un
instrumento y el de su intérprete.
Durante todo el monólogo, de carácter tragialcohómico,
el contrabajista mantiene una relación ambivalente con su instrumento y
con lo que significa. En ocasiones, utiliza la ironía contra este
instrumento y lo engrandece de tal modo, le concede tal importancia, que
lo convierte en un monstruo que lo tiene preso y apenas le deja hacer
nada. En otras ocasiones, adopta un tono melancólico, se lamenta por la
insignificancia de su instrumento y en cómo esta insignificancia ha
configurado su vida en los mismos términos. Eso, sin perder el humor.